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 ARTISTA INVITADO

ÁNGEL DEL CAMPO Y FRANCÉS

Estudios:

El Instituto-Escuela

Más atrás quedó iniciada cuando sólo era "vecinito", mi breve personalidad de colegial parvulista. Y también, solemnizadas por el anticipo, las dos maestras señoritas Castilla y Troyano, que completaron con el dibujo mis saberes de escritura. Cuando dije que a los seis años cumplidos me llevaron al Colegio, retrasaba hasta el momento el añadir que tal acontecimiento se produjo tras el ultimo verano de Ondárroa. Puede ser que hubiera complemento de ir a Cuenca, pero lo cierto fue que no hubo San Rafael al quedar los Francés en Lequeitio. Lo que tampoco tuvo duda fue que el mismo día 2 de octubre de 1920 en que empezaba el curso escolar, de la mano de mi padre -por primera y única vez- y con mi chacha Dolores me llevaron a Miguel Ángel 8, entrando por Rafael Calvo, donde estaba ubicada la primera enseñanza del Instituto-Escuela.
Antes de dedicarle al centro algún detalle de sus polémicas características fundacionales y docentes, e incluso políticas, tengo que consignar lo apurado y mal que lo pasé aquel primer día de colegio. No me parecieron mal los cariñosos esfuerzos de las profesoras citadas, para hacer grata la clase con su mobiliario reducido a nuestra escala infantil. Pero en saliendo de ella, me sentí tan desorientado en aquel gran edificio que me perdí dentro y no supe salir a la calle, o mejor dicho, a la sala de llegada. Alguien me encontró azorado en la planta del semisótano, por la que se salía a un jardín trasero en vez de a lo que era entrada.
Ciertamente, el palacete señorial de dos plantas y patio inglés, al que amparaba por las dos fachadas de esquina el
semisótano aludido, tenía cubierta amansardada y un torreón en el centro que no servía para nada. Había sido edificado a principios del siglo XX, por su entidad propietaria, Instituto Internacional de Boston, con una finalidad algo indefinida pero que respondía, según fue mi parecer posterior, a promover el cultivo intelectual de la mujer europea, dado las distinguidas españolas que vi con mando y autoridad en el Instituto-Escuela (María de Maeztu, María Goiri, Victoria Kent) al que le había sido cedido el edificio. Este estaba anexionado a la primera residencia femenina de estudiantes que hubo, sita en otro edificio trasero en la calle de Fortuny, patrocinada por la "Junta para ampliación de estudios" al igual que el mismo Instituto y la de estudiantes masculinos, en los altos del hipódromo.

Nota: Texto extraido del libro de sus memorias "LA VIDA MÍA". Paginas 65 y 66.

Dibujo del Instituto Miguel Ángel, donde empezó a estudiar Un dibujo de Toledo a los 7 años Patrulla alcotan - 1º por la derecha. Instituto Escuela, en el Retiro Viaje fin de bachillerato


JOVEN UNIVERSITARIO


Y ahora ¿qué?
Con este epígrafe creo que defino, al menos en su comienzo, una nueva etapa de mi vida que, a diferencia de la rememoración que de ella hago ahora, no tuvo la menor solemnidad como pretendo darle, aunque con ella disfrace un tanto la realidad recordada de aquel segundo medio año 1931. Si en el ya superado Instituto- Escuela la eché de menos, al trasladarme a casa ya sin retorno, con sólo el grato recuerdo del viaje reseñado, la celebración tampoco gozó de un panorama muy distinto aunque don Ángel, con una reprimida satisfacción, me formuló la pregunta que utilizo ahora de lema. Efectivamente, la situación era algo más trascendente que un simple cambio de establecimiento docente para mayores estudios.
En un momento, casi, había que acertar entre las opciones que se ofrecían dentro de un incierto futuro, con el soporte más seguro y accesible para el resto de una vida que en serio, empezaba entonces.
Es claro que ese momento duró varios días en los que durante el almuerzo, con la opinión de mis padres y algunas veces la mía, deba¬timos mi futuro con mi mejor disposición; destacó la de mi madre opuesta decididamente a la de artista pintor y abogada de la indefinida profesión de «el sueldo segurito» y la de mi padre que llegó a definir no muy favorablemente, las carreras como la suya científica y universitaria (yo era bachiller de Ciencias), como exclusivas de la docencia sacrificada para el único y difícil logro de una cátedra. (Por un momento pasó por mi mente el juicio despreciativo que en mi lejana y admirada compañera de Instituto Soledad, había merecido el auxiliar de laboratorio Sr. Pogio).Yo que ya había retirado mi propuesta de pintor y la había sustituido por la de arquitecto, que me complacía quizá por pensar en un mayor rango económico y social, fui rebatido por una unánime y tímida opinión: la del difícil comienzo de tal profesión, dado su carácter liberal y su reñida competitividad profesional.

Tremenda decisión

Pronto me di cuenta de los casi utópicos deseos de mis queridos padres y empecé a verlos venir hasta formularles bruscamente esta pregunta con respuesta incluida: «Veo que os gustaría verme inclinado a ser funcionario del Estado, bien remunerado, con formación técnica excepcional, dispuesto a conseguirla tras opositar su acceso y sin regatear esfuerzos. Estáis pensando en la mejor y más difícil carrera que existe en España hoy en día y estoy dispuesto a abordarla con todas sus dificultades, y a vencerlas con voluntad de lograrlo: Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos del Estado».

Nota: Texto extraido del libro de sus memorias. Paginas 121 y 122.

Dibujo del tío Luis Dibujo del tío Pedro Antigua Escuela de Caminos Apunte nostálgico de San Rafael Ángel, universitario Ángel paseando con su padre

NOTA: Todas los dibujos de esta pagina son obras realizadas por Ángel del Campo.

SU NACER A SU VIDA: INICIO SUS PADRES SU FAMILIA SUS ESTUDIOS

SU PROFESIÓN: INGENIERO ESCRITOR ACADÉMICO PINTOR VIAJERO